¿Por qué griego?

    ¿Para qué sirve el griego? Si hay una pregunta que nos persigue a los helenistas en los tiempos que corren es ésta. Y no es pregunta fácil de responder en todos sus aspectos. 

    En primer lugar, como es obvio, el griego sirve para leer a los clásicos directamente. Podría argumentarse que no es necesario traducir a los griegos para conocer su mensaje, que para eso existen las traducciones, pero a esto se debe responder que no existe una traducción perfecta sino versiones que traicionan el original de múltiples formas. Cada traducción pertenece a su generación y sólo su generación puede interpretarla como es debido pues las palabras adquieren connotaciones, cambian de significado o caen en desuso sustituidas por otras.

    Pero, en el caso de griego, el poder traducir a los griegos no es el único motivo para estudiar su lengua, tal vez la lengua europea que más destaca por la perfección de su gramática y la riqueza de su léxico. Esa riqueza hizo del griego la primera lengua europea capaz de nombrar lo hasta entonces innombrable, capaz de expresar conscientemente conceptos abstractos y capaz del paso desde la explicación mítica a la explicación lógica. Podemos decir que los logros literarios, filosóficos y científicos de un pueblo son mérito de su lengua.  

   Esa rara perfección ha convertido el griego en ejemplo a seguir para el resto de lenguas de Europa. Cuando los romanos se aplicaron a copiar la cultura griega, se vieron en la necesidad de adoptar innumerables palabras que no eran traducibles al latín. Lo mismo ocurrió cuando las lenguas modernas quisieron alcanzar su mayoría de edad en el Renacimiento. Resultado de este proceso aún en marcha, las lenguas de Europa, en su registro culto y científico están plagadas de helenismos, términos griegos que permiten al lenguaje, es decir, al pensamiento, llegar a un nivel de precisión y abstracción que la lengua coloquial por si sola no alcanza. Estos helenismos a menudo han sufrido cambios semánticos a medida que la mentalidad de sus usuarios cambiaba; la etimología reconstruye la historia de estos cambios, algo fundamental para entender esas palabras mejor, para pensar mejor. Para el que conoce la etimología de una palabra, ésta se vuelve transparente y permite ver con claridad la idea que contiene.

    A estas alturas, ya habrás adivinado a dónde queríamos llegar.  Puesto que nuestro pensamiento es simbólico y precisa de signos lingüísticos, familiarizarte con los helenismos del castellano te enriquecerá intelectualmente y te ayudará a liberar tu pensamiento. Las humanidades y las ciencias, lo que los romanos llamaban artes liberales,  no tienen otro objetivo que éste, hacerte libre, ayudarte a dar ese salto del mito al logos en el que llevas embarcado desde que iniciaste tus estudios. Y conociendo el lenguaje, el instrumento del pensamiento racional, te conocerás mejor a ti mismo.

    Pero aunque conozcamos la lengua griega a la perfección, eso no bastaría para interpretar a fondo textos escritos hace 2500 años porque estamos fuera de contexto. Para ello se hace necesario familiarizarse con el mundo griego profundizando en los distintos aspectos de la civilización griega, mitología y pensamiento, literatura, historia, formas de gobierno…

   Estudiar griego nos hace  cobrar consciencia de que somos portadores de un rico legado griego, lingüístico y cultural. Además nos dota de las habilidades básicas de la filología, que permiten contemplar el lenguaje con perspectiva temporal y objetividad y reconocer las leyes con que evoluciona, porque cada lengua es una creación colectiva maravillosa, adherida a nuestro pensamiento desde los origenes de nuestra especie y cuyo camino puede desandarse.

       Pero a Grecia le debemos también los  valores que conforman nuestra identidad de europeos. Tu amor a la verdad, a la libertad, a la armonía, al goce de la vida y a la superación de los limites, son valores que te ha trasmitido Grecia. Como reconocía con humildad y lucidez un hombre del Renacimiento, no somos sino enanos a hombros de gigantes.

     Bueno, todo eso está muy bien pero tal vez todavía te corroe una última pregunta: ¿Es difícil el griego? Desde luego, es necesario acercarse al griego con los objetivos y las competencias que se te suponen al acabar la secundaria obligatoria cumplidos. Es importante que te guste la lengua pero sobretodo es importante que valores la cultura del libro, que estes dispuesto a buscar en el pasado la respuesta a los interrogantes del presente. Armado con una buena motivación y con un ritmo de trabajo adecuado, es fácil vencer las dificultades del camino. Además esa dificultad tendrá una recompensa: ninguna otra lengua europea será en lo sucesivo difícil para ti. 

    Pero antes de terminar y volviendo a aquella pregunta de para qué servía el griego, decía Oscar Wilde que los cínicos conocen el precio de todo y el valor de nada. Ojalá los dioses no consientan que los cínicos impidan que en los institutos y universidades nuevas generaciones de humanistas se suban a los hombros de los griegos.

    Sólo me queda expresar mi deseo de que estas palabras te hayan servido de orientación en tu elección. Buena suerte.

      Fdo. El profesor de griego

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